El ser humano, animal sumamente extraño, esconde la mayor de sus bellezas en la complejidad de sus sentimientos y dentro de esta bella complexión de difícil comprensión, se encuentra un sentimiento muy obscuro y misterioso; El odio.
Este ha llevado al ser humano a cometer las más grandes locuras, y está basado en una ira ciega, que nunca nos deja pensar con claridad.
Este mismo sentimiento nos ha llevado a los límites de lo que nos vuelve humanos, nos ha llevado a atentar contra la naturaleza, contra la cultura, contra la historia, contra la moral y lo más grave, nos ha llevado a denigrar a nuestro propio hermano.
Muchas veces, este odio se erige sobre las diferencias que encontramos entre nosotros a nivel individual, grupal, o incluso cultural.
Estas diferencias son innegables y eternas, cambiarlas no es una opción.
¿Cuál será entonces la solución?
No es la resignación, no es ignorar, no es soportar todo aquello que es distinto, la solución es algo más profundo, es entender.
Es comprender el sentir, y el pensar de otras culturas.
La tolerancia es así, la manera de evitar las más terribles catástrofes de nuestra especie, las que nosotros mismos provocamos, evitemos que tragedias de proporciones como las del Holocausto vuelvan a arrebatarnos lo humano, evitemos que nuestra historia vuelva a ser manchada con sangre, que nunca más alguien sea discriminado o rechazado por su color de piel, por su religión, por sus preferencias, porque quitando la piel y quitando la cruz que cuelga del cuello tenemos el corazón del mismo color.
¿Qué es la tolerancia?
Es entender, es comprender, es darte la libertad de adentrarte en un mundo que no es el tuyo y de maravillarte con un universo tan bello como diferente al tuyo.
Usemos la tolerancia para dos cosas; para prevenir y para asegurar.
Prevengamos tragedias, prevengamos locuras y atentados, muertes y sangre inocente, aprendamos de nuestros errores pasados y que las vidas que ya han sido cobradas no hayan sido sin sentido, que su muerte nos enseñe y nos ayude a mirar hacia el futuro, a no volver a tropezar de esa manera.
También aseguremos nuestro futuro, que esto nos ayude a forjar un mejor mañana en el cual, personas de cualquier color, preferencia, raza, idioma, o religión convivan en armonía, en el que las diferencias no sean olvidadas, sino portadas con orgullo. Un mundo donde cada uno se sienta feliz con lo que lo hace único, y con su herencia cultural.
La tolerancia, entonces, será una de nuestras armas más fuertes para llegar a un mejor futuro, para celebrar la individualidad, para celebrar y disfrutar las diferencias.
Para que nuestra historia no vuelva a ser manchada con sangre.
Marco Antonio Mares Díaz
